No son contemporáneos a la guerra de la Independencia, pero algunas pinturas de estos geniales artistas ilustran las páginas del libro Burgos 1808-1813: la ciudad y sus gentes porque sus autores evocaron en ellas tiempos pasados con preciosos detalles.
Jules Worms y Jehan Georges Vibert, parisinos, pasaron temporadas en España en la segunda mitad del XIX y en nuestros paisajes buscaron lo más pintoresco de las costumbres locales. Y su amigo Eduardo Zamacois, vasco afincado en París, triunfó en Francia recreando el pasado de España.
Jules Worms (París 1832- París 1924)
Fue pintor, grabador e ilustrador. A partir de 1860 varios viajes lo trajeron a España donde creó pinturas de género que expondría con éxito en las exposiciones de París. En 1871 volvió a España durante seis meses para encontrarse con su amigo Mariano Fortuny al que había conocido en París.
En el libro, sus pinturas ilustran la indumentaria y el mobiliario de principios del XIX. Pinchando en los enlaces podremos verlas más de cerca.



Tenemos constancia de que Jules Worms estuvo en Burgos y encontró inspiración, pues en su libro de recuerdos «Souvenirs d’ Espagne. Impressions de voyage et croquis» cuenta su breve estancia en agosto de 1861. Buscaba un tema para un cuadro que presentaría en la próxima exposición de París, y llegó a un lugar apartado y pintoresco: la puerta de San Esteban. Aquella tarde, la gente, curioseando lo que hacía, lo rodeó y no pudo avanzar en su trabajo; los críos le hicieron burlas y los adultos calificaron su esbozo de «mamarracho». Al día siguiente volvió, pero la gente ya no se le acercaba porque decían que era «un loco que pintaba casas viejas». Worms quedó contento con su pintura porque los niños se emocionaron al reconocer las casas, la de la «tía Tomasa», la de «la Jorobada»… y se mostraron fascinados por los colores. De pronto se puso a soplar un viento gélido que levantó una tremenda polvareda, «un viento que había pasado por encima de no sé qué sierra» y que lo dejó tieso de frío en pleno mes de agosto. Esos son sus recuerdos de Burgos, y está claro que no se inventó nada, porque hoy el viento sigue sorprendiéndonos en cualquier época del año. Aquí tenemos el croquis que hizo de la puerta de San Esteban y otro costumbrista del momento. Fíjense en los trajes de la pareja, yo diría que resultan muy burgaleses.
A pesar de la brevedad de la estancia, Burgos debió dejarlo impactado, pues dos de las tres obras que presentó para Exposición general de Bellas Artes de París de1863 tenían por tema la ciudad: “Le romancero burgalés” y “Une fontaine à Burgos”. He encontrado una reproducción de la primera en el periódico l’Illustration Journal Universel de 30 de mayo de 1863.

Navegando por Internet leí en un documento antiguo que el Museo de Laval (Mayenne, Francia) conservaba un cuadro de Worms titulado » Un chanteur aveugle sur une place de Burgos ou Sérénade». Me puse en contacto con lo que hoy es el Museo de Bellas Artes de Laval, me confirmaron que lo tenían en sus colecciones y, aunque no he obtenido permiso para reproducirlo aquí, sí han accedido a colgar desde el 27 de febrero de 2023 una imagen en su página web para que ustedes puedan verlo. Este es el enlace. La fotografía no es muy grande, pero se aprecian bien los vibrantes colores que fascinaron a los chiquillos de Burgos. Así pues, el título del cuadro ha cambiado, y resulta que el que cantaba un romance era un hombre ciego.
En cuanto a la segunda, no he encontrado ninguna pintura con ese título, pero esta otra, “Flirteando junto al pozo” ha llamado mi atención por la indumentaria del personaje central, tan parecida a la de los burgaleses serranos, y el peinado de la joven, con sus pequeños rodetes y el moño de picaporte.

En los enlaces a Flickr o a Mutualart podrán ver otras pinturas de Jules Worms.
Jehan-Georges Vibert (París 1840 – París 1902)
Fue un artista polifacético conocido sobre todo por su pintura, pero escribió comedias, hizo muebles, tapizó, y cocinó con pasión, todo ello aderezado con un gran sentido del humor. Desde pequeño se dio cuenta de su facilidad para el dibujo y la pintura, y su poca disposición para los estudios. Llenaba los cuadernos de dibujos y no atendía en clase. Artísticamente, se formó con su abuelo, que era grabador, y a los 16 años entró en la escuela de Bellas Artes. Hacia 1860 conoció en París a Eduardo Zamacois, un artista vasco con el que le unió una gran amistad y viajó varias veces a España, donde la cultura y el paisaje le fascinaron. De allí se llevó ideas, trajes y objetos que le servirían para llenar de preciosos detalles sus composiciones.
En 1878 formó, junto con Jules Worms, Zamacois y otros artistas, la Société des Aquarellistes Français. Estudió la química de los colores y publicó el libro “La Science de la Peinture”. También escribió una obra titulada “La Comédie en peinture” (tomo I y tomo II, en francés) donde explica la mayoría de sus cuadros con historias divertidas. Obtuvo muchos premios, sus pinturas fueron famosas no sólo en Europa sino en Estados Unidos donde magnates como Astor o Vanderbilt coleccionaron sus obras, escenas narrativas de género que se definen, como él mismo, por el humor. En particular resulta muy satírico con el clero. Como él mismo decía: “¿No se ha dicho siempre que un pintor debe pintar solo lo que ve? No es culpa mía si los he visto tan de cerca”.
En el libro aparecen cuatro de sus composiciones, algunas las podemos ver más de cerca pinchando en los enlaces.




Esta última pintura, Convento en Armas, la hizo Vibert, según cuenta en su libro La Comédie en peinture, basándose en los recuerdos de su abuelo, que estuvo en España con las tropas napoleónicas. Se encontró envuelto en una escaramuza a las puertas de un convento, los monjes habían caído sobre un pequeño destacamento de voltigeurs franceses y Jean- Pierre Vibert había sido dado por muerto. Pero cuando fueron a enterrar los cadáveres, un barbero y su hija que vivían en unas dependencias del convento, descubrieron que aún vivía y lo escondieron en una celda desde la que se veía el claustro y a los monjes aleccionados por un capitán.
He aquí otras pinturas de Vibert que se pueden explorar más de cerca en los enlaces y un enlace para ver muchas más.





Eduardo Zamacois y Zabala (Bilbao 1841- Madrid 1871)
Recibió una educación esmerada en el seno de una familia numerosa de artistas, aprendiendo dibujo, idiomas y música. Su familia se trasladó a Madrid y en 1856 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde fue discípulo de Federico Madrazo. En 1860 se trasladó a París para completar sus estudios, y entró como alumno en el estudio de Ernest Meissonier, (pintor de realismo histórico, escultor e ilustrador, de quien tenemos un cuadro en la ilustración nº 60 del libro) donde coincidió con Jehan-Georges Vibert con quien trabó una larga amistad. En casa de Vibert conoció a la que sería su esposa, Louise Marie Héloïse Perrin, con la que se casó en 1865. En 1866 conoció también en París a Mariano Fortuny a quien también le unió una gran amistad. Tras haber sido premiado con la medalla de oro en el Salón de París de 1870, en agosto de 1870 tuvo que abandonar la capital de Francia asediada por los alemanes en la guerra franco-prusiana, y se trasladó a Madrid, donde, añorando a sus amigos, falleció al poco tiempo, en apenas unos días, por un enfriamiento que derivó en difteria. Fue en enero de 1871 y tenía 29 años.
Sus óleos sobre tabla de tema histórico y de pequeño formato tuvieron mucho éxito en Francia. En el libro encontramos la ilustración titulada «Episodio de la guerra de la Independencia. España 1812″. El cuadro se presentó en enero de 1867 en la Exposición Nacional de Madrid. Aquí lo podemos ver más de cerca.





Fuente: Wikimedia

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