En el libro «Burgos 1808-1813: la ciudad y sus gentes» hay ilustraciones que merece la pena ver de más cerca para apreciar los detalles.
Una de las más llamativas, la ilustración nº 42 del libro, es del dibujante Benjamin Zix que ya nombramos en la Entrada Los huesos del Cid y Jimena: nuevos datos, por haber visitado Cardeña y haber inmortalizado a Dominique Vivant-Denon, director del Museo Napoleón en París, «devolviendo» los huesos del Cid a su sepulcro saqueado.
Además de la tumba del Cid, Zix tuvo ocasión de dibujar más vistas de Burgos, por ejemplo, la «Puerta triunfal de Burgos», es decir, el Arco de Santa María con el puente de San Pablo y las torres de la catedral, grabado que, coloreado y editado, es la portada del libro. También dibujó la Plaza del Sarmental con el Palacio Arzobispal y la Catedral. Lo hizo en dos versiones, una, atravesada por una pacífica procesión antes de la invasión (ilustración nº 59 del libro), y otra con el espacio invadido por Napoleón y su ejército. No les falta detalle.
Las tropas del emperador están representadas por la caballería, la guardia imperial con unos furgones junto al fuego del vivac y la infantería en formación delante del palacio. El único personaje a caballo no rodeado por otros es Napoleón con su famoso sombrero de dos picos colocado de lado. Sus mariscales le siguen en grupo, saliendo del Palacio donde estuvieron alojados entre el 11 y el 22 de noviembre de 1808. Detrás del emperador también destaca su guardaespaldas, el mameluco Roustam Raza.
Las vistas de Burgos realizadas por diversos visitantes extranjeros también llaman mucho la atención.
La primera, cronológicamente, la encontramos en parte en la ilustración nº 198 del libro. Se trata de un grabado realizado en 1659 para la obra «Topograhia Germania» de Mattäus Merian de 31 tomos. Merian era un cartógrafo y grabador suizo afincado en Frankfurt. El enlace a pie de foto, donde la hemos alojado, permite descargarla y verla con el mayor detalle.
En segundo lugar, una imagen de 1570, la ilustración nº 2, de Anton Van den Wyngaerde para su obra «Ciudades españolas del Siglo de Oro». No la hemos encontrado en internet, así que la hemos escaneado y alojado en la página del enlace para que puedan verla con detalle, si la descargan.
De 1572 data la ilustración nº 1 del libro, realizada por Georg Braun para su obra monumental «Civitatis Orbis Terrarum». El enlace a pie de foto ofrece la posibilidad de ampliar mucho la imagen.
Otra imagen impresionante fue tomada tres siglos después desde un globo aerostático, en 1851, por Alfred Guesdon. En el libro hemos tomado diversos detalles de ella, por ejemplo, en la Ilustración nº 49, pero merece la pena verla completa y con detalle pinchando en el enlace.
Aunque no está en el libro, este precioso grabado muestra los Espolones de mediados del XIX.
Resultan también muy interesantes los planos de la ciudad. El primero que vamos a ver data de 1737. En el libro hay parte de él en la ilustración nº 15. Pinchando en el enlace pueden verlo completo y leer las leyendas.
Añadimos un plano de 1790 que no está en el libro. Es muy esquemático y, por ejemplo, en él faltan el barrio de San Pedro de la Fuente, o las casas que había junto al Arco de Santa María. Sin embargo, muestra la posición de algún elemento interesante que no encontramos en otros planos, como el Molino de Viento donde el gobernador Dorsenne mantendría activo un patíbulo entre 1810 y 1812, o la ermita de San Miguel próxima al Castillo, que destruirían los franceses al construir el hornabeque.
De 1808, realizado por el ingeniero geógrafo francés Chabrier, es el plano que podemos ver en la ilustración nº 6.
El plano más importante del libro, el más detallado y que se ha georreferenciado para reconstruir la ciudad en la visita virtual, puede verse con mayor detalle en el enlace. En la ilustración nº 8 lo hemos numerado para localizar los principales monumentos de la ciudad.
De 1834 data el plano que añadimos a continuación y que tampoco está en el libro. Pero es de gran interés cómo se dibujan los restos del Castillo veinte años después de su explosión, y apreciar cómo va creciendo la ciudad.
Para terminar, traemos el plano de 1868 de Francisco Coello, que dibuja una ciudad abierta a la modernidad con el trazado de la vía del ferrocarril, además de registrar los nombres en las calles principales.